domingo, 29 de agosto de 2010

Amor, obsesión o deseo.

Era algo imposible. Algo que se vislumbraba a lo lejos del túnel. Algo con lo que vivía y, acostumbrada a ello me disponía a continuar mi camino hacia el final.

En ocasiones soñaba con él. Era verano y nos encontrábamos en un bar. Me sonreía, yo le devolvía la sonrisa y pasábamos de largo. Eso era suficiente para lidiar con la soledad.
Años sin ver su sonrisa me volcaron hacia mantenerme al margen del mundo real y hacer del sueño mi única hazaña para conseguirle de nuevo.

Y entonces llegó el día. Sus ojos llenos de rabia volvieron a fijarse en mis ojos. Su suave cuerpo volvía a rozarse con el mío alcanzando el clímax del deseo. Por su piel tostada se volvía a resbalar mi mirada como si fuera de seda. Mis labios jugaban a la seducción y mis manos gesticulaban misterio y sensualidad. Me viciaba la idea de insinuarme.

Hasta aquí llegaba la magia. Luego era todo el imposible ser que no puede ser sin su posible. Luego caía en la desagradable sensación del razonar. Volvía a ser la chica sensata que era en contadas ocasiones. Amor, obsesión, deseo... tendría que dejarme llevar para averiguar de cual de estas sensaciones se trataba, pero como he dicho antes...Es algo imposible.

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