lunes, 21 de mayo de 2012

Flores de un abismo


Somos Flores de un abismo, un abismo de locura. Llamar realidad a la vida no nos gusta. Preferimos llamarla vida. Nos pasamos el día componiendo recuerdos.  Vivimos con la sensación de que algún día caeremos en la más irremediable locura, y eso nos motiva a seguir hacia delante, porque no hay nada más bonito que estar en esta vida sabiendo que algún día caeremos a ese abismo. Piensan que nuestra condición es la sin razón, pero se equivocan, nuestra racionalidad está un nivel por encima de las suyas, por eso hemos comprendido que vivir en este mundo de esta manera nos hace ser felices, y esta felicidad nadie nos la puede quitar.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El hombre de hielo II


Hace frío, otra vez. Las ventanas están cerradas pero el aire helado llega a sus huesos. Sus lágrimas se convierten en hielo antes de tocar el suelo.
Él la heló. También heló sus sentimientos, su búsqueda, su caminar. Todo quedó pausado, cubierto de escarcha. Un día sólo hizo falta para que ella dejara de creer en él. Para que dejara de pensar que algún día llegaría a calentarle el corazón. ¿Quién era ella? Pensó. Sólo una chispa de fuego en el caminar del hielo. Una chispa que con el tiempo se apagó y desapareció. Él para ella fue alivio. Una nueva esperanza, un nuevo sueño, una emoción, locura, percepción, excitación, un nuevo sentimiento. Algo que empezó en nada y se transformó en algo. Algo que podía llegar a ser un todo. Un todo frío, pero bonito. En cambio ese día toda la chispa de ella se apagó. Él ya no vio más que cenizas a su paso. No vio más que recuerdos de un "algo" que no era nada.
Pasó dos días tumbada, sin pensar, sin hablar, sin sentir hambre, ni calor, ni frío. Sólo tumbada, con las ideas escarchadas. Al tercer día resucitó. Derritió ese hielo e intentó volver a ser calor.
Pero no pudo.

martes, 28 de febrero de 2012

Historias

Eran dos. Dos locos. O tres, o cuatro. Una lluvia cerraba sus mentes, o las abría. Se sentían pobres, pero a la vez ricos por tener todo aquello que les rodeaba.
Se veían todos los viernes, a eso de las 20:05h, se pasaban cinco minutos buscándose con la mirada, hasta encontrarse a ellos mismos. Cinco minutos en la puerta haciéndose miles de preguntas hasta que decidían entrar. La entrada era algo abstracto. En realidad no había entrada, pero cada paso que les acercaba dibujaba una linea imaginaria la cual mantenía un dentro y un fuera del grupo. Todo empezaba con un saludo y a continuación empezaban las historias. Historias de amores acabados, de familias rotas, de batallas perdidas. Historias que acababan con una sonrisa sólo por estar allí, rodeado de él. De su encanto, de su sonrisa, de su anonimato. La seducción de su silencio. Él nunca decía nada, pero lo escuchaba todo. Sólo con saber que estaba ahí ella se sentía parte de algo. Ese algo que le hacía volver, cada viernes, a contar sus historias. Historias de una loca. O dos, o tres.

lunes, 13 de febrero de 2012

El hombre de hielo.


Es curioso. Se conocieron un día en el que las temperaturas bajaron hasta tocarles los huesos. El calor que experimentaron al juntarse fue tan inmenso que al despegarse un segundo notaban que el frío les volvía a invadir. Ella era calor, cariño y también tragedia. Su vida era complicada y molesta. Su tarea en el mundo era cubrir de sonrisas los paisajes y educar a aquellos que querían quitarle la sonrisa. Él era frío, distante. Callado y disimulado. De su vida no se sabía nada, pero se intuía todo. Volver hacia atrás no era su tarea, pero mirar al futuro tampoco. Creía en el presente y no le importaba perder a gente en el camino. Un camino en el que llegó a parar el calor. Ella, bonita. Creyó que él podía cambiar, creyó en él. Intentó ofrecerle su calor, él le devolvió silencio. Intentó darle su confianza, él la rechazó con disimulo. Quiso volver a verle y regalarle una sonrisa, él mantuvo las distancias y le dio nada a cambio. Pero el calor persistía y optó por enfriarse. Convertirse en frío, volverse distante. No le importó helarse los huesos por él. Para que él viniera a rescatarla. Para que él, hombre de hielo, le devolviera su calor.

viernes, 6 de enero de 2012

Gracias.


-Hola, yo soy María-
-Yo......., encantada-
-Igualmente-
Y después de un breve sonrisa te olvidas del nombre, de la cara y del por qué de las presentaciones.

Pero llega un día que conoces a alguien con quien compartes más que un simple "encantada", que hace que tu vida de un giro enorme. Una persona de quien aprendes, a quien enseñas. Una persona que te hace ver que las razones por las que a veces lloras no son ni la décima parte de las razones por la que lo hace ella. Una persona que te hace comprender que todo aquello que tú creías importante, es ahora insignificante. Que hay que luchar por lo que de verdad importa. Que nuestros problemas no son nada comparados con los que pueden tener otras personas. Que hay que sonreír para que la gente sonría. Que hacer reír es el regalo más grande que le puedes dar a alguien. Que a veces un buen abrazo arregla las disputas. Y que un "te quiero" puede salvar vidas. Una persona que te hace ver que hay que vivir el día a día, pero también pensar en el futuro y recordar el pasado. Cuidar de aquellas personas que no lo piden pero lo necesitan. Y a esas personas, esas que te han ayudado a entender todo esto, a esas son las que no debemos olvidar. A estas personas son las que hay que cuidar y pedirles que se queden para siempre en nuestras vidas.

A todas estas personas que están hoy conmigo, GRACIAS.