martes, 28 de febrero de 2012

Historias

Eran dos. Dos locos. O tres, o cuatro. Una lluvia cerraba sus mentes, o las abría. Se sentían pobres, pero a la vez ricos por tener todo aquello que les rodeaba.
Se veían todos los viernes, a eso de las 20:05h, se pasaban cinco minutos buscándose con la mirada, hasta encontrarse a ellos mismos. Cinco minutos en la puerta haciéndose miles de preguntas hasta que decidían entrar. La entrada era algo abstracto. En realidad no había entrada, pero cada paso que les acercaba dibujaba una linea imaginaria la cual mantenía un dentro y un fuera del grupo. Todo empezaba con un saludo y a continuación empezaban las historias. Historias de amores acabados, de familias rotas, de batallas perdidas. Historias que acababan con una sonrisa sólo por estar allí, rodeado de él. De su encanto, de su sonrisa, de su anonimato. La seducción de su silencio. Él nunca decía nada, pero lo escuchaba todo. Sólo con saber que estaba ahí ella se sentía parte de algo. Ese algo que le hacía volver, cada viernes, a contar sus historias. Historias de una loca. O dos, o tres.

lunes, 13 de febrero de 2012

El hombre de hielo.


Es curioso. Se conocieron un día en el que las temperaturas bajaron hasta tocarles los huesos. El calor que experimentaron al juntarse fue tan inmenso que al despegarse un segundo notaban que el frío les volvía a invadir. Ella era calor, cariño y también tragedia. Su vida era complicada y molesta. Su tarea en el mundo era cubrir de sonrisas los paisajes y educar a aquellos que querían quitarle la sonrisa. Él era frío, distante. Callado y disimulado. De su vida no se sabía nada, pero se intuía todo. Volver hacia atrás no era su tarea, pero mirar al futuro tampoco. Creía en el presente y no le importaba perder a gente en el camino. Un camino en el que llegó a parar el calor. Ella, bonita. Creyó que él podía cambiar, creyó en él. Intentó ofrecerle su calor, él le devolvió silencio. Intentó darle su confianza, él la rechazó con disimulo. Quiso volver a verle y regalarle una sonrisa, él mantuvo las distancias y le dio nada a cambio. Pero el calor persistía y optó por enfriarse. Convertirse en frío, volverse distante. No le importó helarse los huesos por él. Para que él viniera a rescatarla. Para que él, hombre de hielo, le devolviera su calor.