miércoles, 21 de marzo de 2012

El hombre de hielo II


Hace frío, otra vez. Las ventanas están cerradas pero el aire helado llega a sus huesos. Sus lágrimas se convierten en hielo antes de tocar el suelo.
Él la heló. También heló sus sentimientos, su búsqueda, su caminar. Todo quedó pausado, cubierto de escarcha. Un día sólo hizo falta para que ella dejara de creer en él. Para que dejara de pensar que algún día llegaría a calentarle el corazón. ¿Quién era ella? Pensó. Sólo una chispa de fuego en el caminar del hielo. Una chispa que con el tiempo se apagó y desapareció. Él para ella fue alivio. Una nueva esperanza, un nuevo sueño, una emoción, locura, percepción, excitación, un nuevo sentimiento. Algo que empezó en nada y se transformó en algo. Algo que podía llegar a ser un todo. Un todo frío, pero bonito. En cambio ese día toda la chispa de ella se apagó. Él ya no vio más que cenizas a su paso. No vio más que recuerdos de un "algo" que no era nada.
Pasó dos días tumbada, sin pensar, sin hablar, sin sentir hambre, ni calor, ni frío. Sólo tumbada, con las ideas escarchadas. Al tercer día resucitó. Derritió ese hielo e intentó volver a ser calor.
Pero no pudo.